Después de aprox 2 años iniciando y algunos meses del cambio


Y lo extraño a veces, y esas veces no comprendo racionalmente mi decisión, sólo diviso emotividades de movimiento, necesidad de mareas altas.



Lo consideré muchas veces, ideal para pareja a largo plazo, para esas en donde la pasión no es lo esencial, en donde bastan señales nimias de fuego para saberse dentro, en donde más importa la compañía y lo que puedes trabajar conjunto a ella. Pero no, soy impaciente, uno de mis mayores defectos. Casi no me puedo detener, tengo una compulsión por decirlo, por vaciarlo para compartir responsabilidades que puedan surgir de las palabras, para escapar de “obligaciones”, y le dije que no.

Casi claro, fue mi miedo a emprender una vida con alguien al que no le interesaba no tener para comer, y después de 10 años en el negocio me había cansado de esa actitud, de esos tipos que utilizan de excusa no poder producir varo debido a su tipo de vida. Él no tenía la culpa, y K tiene razón, en algún momento uno tiene que pagar por lo que hizo otro, algún hombre tenía que pagar… aunque no me lo creo mucho.

Mi indisposición también resultaba de mi fragilidad económica y de no poder contar con su apoyo, con algo tan básico. Además lo que me cuesta más aceptar es que dada la cotidianeidad, nuestra cercanía, y nuestra interacción, lo comenzaba a considerar más un amigo del tipo hermano que del tipo novio.

Y ahora nos vemos y me encanta la facilidad de diálogo que surge con espontaneidad, el cariño que nos tenemos y la transparencia de él.

Trate de ser honesta, lo veo frágil y aún así le dije que estoy saliendo con alguien, que posiblemente nos encontremos y que no debía sacarse de onda, prefería no contarle más. Tranquilamente dijo que no había ningún problema. No me hizo sentir incómoda, tiene una gran habilidad para ararme un camino en donde no choque con las piedras y pueda fluir independientemente de sus incomodidades.

Le quiero mucho y me preocupa su desesperación y tristeza por estar con alguien. Su soledad y necesidad de cariño, como la de todos. Le quiero y quiero estar a su lado, no como una relación que terminó sino como una que toma otro rumbo, desde otro aspecto y otras comprensiones.

¿Me escuchas? Quiero intentar algo nuevo, en donde quepa mi yo que está con alguien más y tu yo que lo comenzará a hacer. No te quiero ver triste pero poco hay que pueda hacer para ayudar a aminorar ese tipo de tristeza.

Un beso de una amiga.

1 comentarios:

  • Luz Rodea S. | 2 de agosto de 2011, 23:11

    "Cada que se cierra una puerta, se abre una ventana"
    ... pero, ¿y si en realidad lo que estoy viendo es una ventana, que creí una puerta?. No he logrado recordar cuántas veces me he preguntado lo mismo, pero quizás en ésta ocasión tú debas cuestionarlo.

    Lo he vivido en muchos nombres y no me da pena reconocerlo por el simple hecho de que en cada uno de ellos encontré a un compañero que me aportó una enseñanza diferente:

    - 'Y cómo es que te llevas tan bien con él después de lo que pasaron?'
    - Fácil, para mí el hombre (y las relaciones interpersonales, siendo el caso) no quedan reducidos a un concepto, a un marco, a un espacio; entiendo que etiquetarlo como sólo 'un novio', no sólo le quitaría -tal vez- un poco de carácter a lo que él fue para mí, sino que lo encerraría en una idea desechable, a la cual sólo le pongo el prefijo 'ex' y lo guardo en el cajón de los recuerdos. No, las personas no somos sólo una serie de souvenirs o parafernalia en la vida de los demás. Somos acompañantes.

    Entender esa idea, aceptarla y madurarla es lo que más trabajo cuesta, pero nada comparado a ver a tu amigo, cientos de días después, siendo él, como siempre.

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