Puta (con P mayúscula)

La verdad si alguien me pregunta, yo si me considero una puta una con la P mayúscula y quizá la U, T y A mayúsculas también, depende de quien me lo pregunte, por que yo podría ser una PUTA de mayúsculas si me ofrecen un lugar dónde de mi potencial pueda ser explotado con toda su gala, o bien una PUta a medias si el calor del bar esta adecuado y el pasillo es lo suficientemente cómodo
cómo para relajarme.

si alguien me pregunta, "sí" respondo, "si lo soy", y ¿no son las Putas una mayor garantía para el desarrollo del placer?, ¿no somos nosotras las que recibimos esa totalidad eyaculadora (no biológica) que representa un hombre frustrado que no sabe coger salvo si está muy pedo? ¿que no somos las que finalmente podemos caminar en las madrugadas con el olor del sexo y saber que en casa no nos espera (gracias a Dios) nadie para preguntarnos nada? ¿no somos las que escuchamos y vemos el engaño maravilloso de la fidelidad por obligación, del sexo indiferente de la costumbre, de los enojos absurdos entre parejitas cibernéticas?

Si me preguntan digo " si, soy una Puta y una con la P mayúscula y si te animas puedo ser la de la U,T y A mayúsculas, si tienes un lugar lindo donde mis alas, mi espíritu y mi libertad no se vean comprometidas; un lugar para explorar mi maravilloso potencial de PUTA completa y feliz"

ciclo

Tengo las manos llenas de rasguños, ya no se si son míos o de cualquiera, tengo una resaca acumulada y una vida de sueño sin recuperar en absoluto.

te he dicho -¿recuerdas?- y te quedaste mirándome como un perro, primero hacia un lado y luego hacia el otro, con las orejas hacia atrás como sólo tu sabes hacerlo.

ya nada me sorprende y la verdad desearía poder romperte una botella en la cabeza, hacerte el amor, decirte algo al oído.

-el café se terminó- haz dicho después de asomarte a fumar en la ventana.

tus cosas aun en el corredor, como apunto de irse corriendo tras de ti cuando huyas de mi casa

¿entonces para que me avisas del café?, ¿o sobre cualquier otra cosa?

No es que quiera retenerte, la verdad solo quiero cogerte un poco más sobre la mesa, en algún rincón mojado del baño, en la azotea o el callejón de los despojados, no me importa si recuerdas mi nombre o el de cualquier otra, sólo quiero prolongar unos minutos más tu maldito aroma entre las sábanas, saber que no fue un sueño, que en la oscuridad también eras tu conmigo.

-nos vemos- y miras por el rabillo del ojo.

-hey- y te miro desde el reflejo de una ventana, sin volverme

el café efectivamente se ha terminado, no hay absolutamente nada en el congelador y las ganas, siguen ahí como si nada hubiera pasado.

Mas pronto cae una Luz que un cojo.

¿Alguna vez les ha pasado por la mente un "ok, pensemos... qué haría Cameron Díaz en este caso"? Bueno, la verdad es que yo no lo había pensado hasta hace un par de días -y sinceramente espero que nunca vuelva a ocurrir- cuando entré en la discusión habitual con mis voces internas acerca de mi actitud hacia las relaciones, y lamentablemente recordé los diez eternos minutos de mi corta vida que dediqué a ver una chickflick con la antes mencionada. No recuerdo bien la trama ni nada de esas cosas "relevantes", lo que sí recuerdo es que pensé en los constantes obstáculos que se pone una -y por una, entiéndase yo- cuando llega el punto de decidir a dónde jalar en una relación; no me identifiqué con el personaje, aclaro, quizás sólo en el índice de masa corporal, pero esos minutos de atención desataron una serie de reflexiones y cuestionamientos que no han parado hasta el minuto en curso. Eso es lo que pasa cuando se es pseudodesempleada.

En fin, la verdad es que nunca he sido muy dedicada ni diestra en eso de las relaciones interpersonales, sobre todo en las amorosas, y en este caso lo dejé claro desde un principio, no como advertencia ni como amenaza, sino como simple aclaración para que el susodicho supiera de cuál pata cojeaba, lo cual según yo es algo completamente legítimo. Como -quizás- era de esperarse, mi revelación pareció no importarle (y lo peor es que sigue en la misma postura, lo cual me da un poco de miedo, a ratos, un poco de nervios, en otros, y un poco de pereza en los intermedios) y mientras yo me clavaba el estandarte de 'dejemos que las cosas fluyan', el cambió los suyos, hasta llegar a este momento, en el cual se lee en el suyo un 'quiero vivir esto'.

Ese 'go with the flow', he de aceptar, esconde todas las dudas que tengo hacia mi misma y hacia él, hacia mis planes, mi cosmogonía, mi filosofía y todas las ías que puedo llegar a sacar cuando comienzo a salir con una persona, pero principalmente al tipo de chica que puede resultar de una suma como la que se presenta cuando dos personas tan símiles en algunas cosas, tan diferentes en otras y tan determinadas a crecer, vivir, reír y nadar en esa corriente se encuentran. Y lo peor es que no me había dado cuenta de ello hasta que él mismo me lo cuestionó: 'No entiendo lo que dices, si en realidad quieres hacer de tu vida un Carpe Diem eterno, ¿Por qué te rehusas tanto a ceder un poco? Si va a ser, será, si no, nos damos las gracias y a seguir, ¿no?'

Te mordiste tu propia cola. ¿Y cómo sucedió esto? Recapitulemos:

Después de un encuentro bastante cool, todo tendía -al menos eso pensé yo- a seguir el orden natural de las cosas; él con la novia modelo, la guapísima y convencional chica que todo hombre de película de Cameron Díaz quiere tener, yo, por mi parte, seguiría con mis efímeras suertes amorosas hasta toparme al valiente que viera que no soy tan compleja ni complicada como parece y Luz just wanna have fun. Pero todo se modificó al momento en que el susodicho decidió que su convencional y predecible novia era quizás demasiado normal para él:

- Lo no tan chistoso es que te extraño, y a pesar de que tu no eres en absoluto lo que podríamos decir mi tipo de chica, sigo pensando en que nunca está mal desviarse del camino.
(Cómo se nota que a este hombre nunca le leyeron cuentos de niño ni ha prestado atención a las campañas antidrogas del gobierno federal.)
- Lo que no entiendo es por qué, y peor aún, qué es lo que quieres de esto. No entiendo si esperas algo de mí, y si acaso lo haces, ¿qué es?. Lo digo por los dos, porque te veo decidido y la verdad no quiero que pierdas tu tiempo, ya te di mi perorata, te dije lo que te puedo dar, y a veces siento que no te basta.
-No, no me basta, que lo digas no me basta. Yo quiero que lo hagas.

Chancla.

¿Como por qué diablos a la gente se le ocurre que es buena idea cachar a alguien en su contradicción discursiva y hacerlo notar tan directamente?

No hay nada peor que quedarse sin argumentos en estos casos, y lo peor de todo es que no sólo me dejo callada, sino que quedé confundida y con una desconexión razón-corazón-intuición que pocas veces he experimentado. Muchas cosas más han surgido con los días y con nuestros encuentro; confesiones, reproches, repliegues, cuestionamientos, felicitaciones, gracias, dudas. Todas y cada una se han incrustado en mi lóbulo izquierdo dan vueltas molestandome como mosquitos en la noche.

Lo que tengo aquí es muy sencillo, valoré mal a quien tenía enfrente. Lo ví como un simple chico que me olvidaría al fin de unas semanas, que me vería como parte de sus tropiezos sentimentales, que no entendería mi afán por enseñar qué tan bonito puede ser el mundo visto desde mis ojos ni lo que intento mostrar en esas imágenes. Supuse que yo sería al final una serie de encuentros sexuales que contar o esconder, que pasarían con gloria, pero sin mucha relevancia. Predije mal; ahora tengo en cara a un valiente que no sólo vio lo que le señalé, sino que pensó que en realidad mi cotidianeidad es válida, que mis ideas tienen algo interesante, que quizás un poco de -mi- locura no está de más y que puedo ser en verdad la que vino a ponerle un poco de sparkles a su banana split.

Y sigo dudando... al fin, cogito ergo sum. Si no, siempre está la opción B y la canción que lo expresa todo.





Comernos






Muy en el fondo nos tragamos uno a otro, nos disfrutamos, pero uno siempre cree que se “chingo” al diferente.




Es clásico el ejemplo: ellos creen que si el sexo es fácil, ella es “puta” mientras ellos “más hombres” (que cuento tan triste). Aún los más “liberales” muy en el fondo lo sienten así. Esto no tendría mayor trascendencia si nosotras no lo integráramos a nuestro código, pero aún cuando ellos no lo mencionen, ya creemos que la cagamos, ya no nos tomarán en serio.

¡MIERDA!

Si quiero tocarte, besarte, cogerte (fisiológicamente las mujeres cogen y los hombres penetran), y AMARNOS, tengo que:

a) a) decir que no

b) b) hacer creer que tú tuviste el poder de atraerme y yo no me pude resistir

c) c) adornar el discurso y negarme constantemente hasta que sepas que soy una señorita digna de tomar en serio

d) d) olvidarme de tener sexo contigo en una noche de copas

e) e) esperar hasta que propongas interés

f) f) no mirarte con deseo húmedo

Cuando te me insinúas en noche de copas, nos compartimos y al día siguiente es como si nada, tengo que entender que

a) a) Sólo estabas caliente y lo mismo te daba mi cuerpo a otro que pareciera el de una mujer

b) b) Lo consideras un error

c) c) Sólo pasó

d) d) Sueles hacerlo (y no importa porque tal vez yo también)

Se complica cuando después de esa noche me engancho a ti, cuando me agrada tu “hombría”, cuando me agrada tu tono de voz y la forma en que me tocas tan sólo para moverme y “protegerme” pasándome al lado “seguro” de la calle. Sin embargo, cuando te veo y no me ves, cuando tu cotidianeidad no me considera, cuando digo -¡mierda! No debí acostarme contigo—Eso es lo peor, lo disfruté y me agradó, para mi no sólo fue sexo, NOS COMPARTIMOS, o trate de humanizarlo escribiéndotelo. Pero al parecer el tema se sofoca por el día a día, por mi inseguridad, por sentirme “fácil”, horrible descubrir que me tragué ese discurso.

Evidente que no quieres nada, pero no dejo de cuestionarme ¿y si no me hubiera acostado contigo hubiera sido diferente? ¿Es incorrecto darle hilo libre a las pasiones alcoholizadas?

Por supuesto, ante tales superficialidades, la pregunta es ¿por qué tengo la necesidad de quererte en estas circunstancias?

Para variar y darle la vuelta, más bien ¿por qué no puedo aceptar que bajo la influencia del alcohol te gustaba y en tu estado normal (sin alcohol), no? O mejor, ¿Por qué no te encaro y digo –me gustas-?, ehhh, ehhh, ¿Por qué no volver a la secundaria y pasarme el fin triste porque me rompiste el corazón? ¿Por qué no darle sabor a esta vida?